Durante todos los años de matrimonio, mi esposo me fue infiel, pero un día no aguanté más y le dije que quería divorciarme.
Después de la separación, dividimos el apartamento y nos separamos.
Los hijos ya eran adultos, así que entendieron mi decisión.
Pasaron 12 años.
Ni siquiera en las fiestas mi exmarido mostró interés, no intentó saber cómo estaba.
El único vínculo con él quedó en los escasos encuentros con nuestros hijos.
Pero hace poco, mi ex apareció inesperadamente en la puerta de mi apartamento.
Había envejecido, se veía agotado, y era evidente que su salud estaba gravemente deteriorada.
Resultó que mi exmarido vino a mí con una petición inesperada.
Y ahora no sé qué responderle.
Cuento mi historia, y espero que me ayuden a entender qué debo hacer.
Durante 12 años, mi exmarido me evitó, no llamó ni mostró interés, pero hace poco apareció en la puerta de mi casa con una petición inesperada.
Después del matrimonio, tuve dos hijos, que con los años se convirtieron en hombres adultos y comenzaron a construir sus propias vidas.
Sin embargo, cuando nuestros hijos aún eran pequeños, empecé a notar que mi esposo prestaba cada vez más atención a otras mujeres.
Al principio no le di importancia, pero con cada año me resultaba más claro: mi esposo era un hombre que no podía pasar por alto ninguna falda.
Con el tiempo, cuando los hijos crecieron y se fueron a la universidad, mi esposo y yo nos volvimos cada vez más ajenos el uno al otro.
Seguí soportando sus infidelidades, tratando de proteger a los niños del dolor y la desilusión.
Pero con los años los niños se volvieron más independientes, y comprendí que ya no podía seguir en ese matrimonio.
Tomé la decisión y le dije a mi esposo que quería el divorcio.
Después de separarnos, dividimos el apartamento y seguimos caminos distintos.
Empecé a vivir sola.
A veces pensaba en él, porque habíamos estado juntos tanto tiempo.
Pero el dolor que llevaba en el corazón seguía ahí.
Durante 12 años, mi exmarido me evitó, no llamó ni mostró interés, pero hace poco apareció en la puerta de mi casa con una petición inesperada.
Ni siquiera en las fiestas mostró atención, no intentó saber cómo vivía yo.
El vínculo con él quedó solo en los raros encuentros con nuestros hijos, que entendiendo que todo había terminado entre nosotros, evitaban mencionarlo en las conversaciones.
Pasaron 12 años.
La vida seguía su curso, hasta que un día escuché un golpe en la puerta.
Cuando abrí, mi corazón se detuvo por un momento.
Allí estaba él — mi exmarido.
El tiempo lo había cambiado mucho.
Había envejecido, se veía cansado, y era evidente que su salud se había deteriorado.
Nos quedamos en silencio, sin saber por dónde empezar.
Lo dejé entrar, y la conversación no fluyó de inmediato.
Tenía tantas preguntas, tantas emociones, pero no encontraba las palabras.
Solo después de tomar un par de tazas de té, empezó a contarme sobre su vida.
No tenía estabilidad, su salud estaba deteriorada, y al parecer se encontraba en una encrucijada.
Durante 12 años, mi exmarido me evitó, no llamó ni mostró interés, pero hace poco apareció en la puerta de mi casa con una petición inesperada.
Pidió perdón por todo — por sus infidelidades, por haber destruido nuestro matrimonio.
Propuso empezar de nuevo, volver a tener una relación.
Yo lo miraba sin saber qué decir.
Porque durante 12 años no tuvimos contacto.
Nunca intentó saber cómo estaba yo, ni se interesó por mis sentimientos.
Pero, por otro lado, esos años fueron para mí un tiempo de sanación y de liberación del dolor que había llevado dentro.
Y ahora él estaba allí — enfermo y solo, pidiéndome una segunda oportunidad.
No le di una respuesta clara.
Le dije que necesitaba tiempo para pensar en todo.
Y ahora estoy sopesando todos los pros y los contras, tratando de entender si estoy lista para dejarlo entrar de nuevo en mi vida o dejarlo en el pasado.