Familia desaparecida en 1994 – 10 años después la policía decide revelar la vieja cámara familiar…
En septiembre de 1994, la familia Bennett —Robert, su esposa Ellen y sus dos hijos, Jason y Katie— hizo las maletas para pasar un tranquilo fin de semana en su cabaña en una zona rural de Idaho.
A los vecinos les dijeron que solo se ausentarían unos días, una última escapada antes de que la escuela y el trabajo los arrastraran de nuevo a la rutina diaria. Las hojas estaban cambiando de color, el aire era fresco. Se suponía que sería una salida simple, común y corriente.
Nunca más se les volvió a ver.

Cuando los investigadores entraron en la casa suburbana de los Bennett, nada parecía fuera de lugar. La puerta estaba cerrada con llave. Las camas hechas. Los platos aún en el escurridor de la cocina.
La chaqueta favorita de Ellen colgaba junto a la puerta. Lo único extraño: la perra de la familia, Daisy, había sido dejada sin comida ni agua, algo que Ellen jamás habría hecho.
Los equipos de búsqueda recorrieron los caminos sinuosos entre la ciudad y la cabaña en el lago Thornberry. No hallaron rastros de accidente, ni vehículo, ni señales de peligro.
En la cabaña había comida fresca en el refrigerador, las camas preparadas y algunas sábanas dobladas hacia atrás, como si alguien hubiera dormido allí —o al menos lo hubiera planeado—. Pero el coche de la familia había desaparecido.
Durante semanas, helicópteros sobrevolaron las montañas, guardabosques peinaron los bosques y buzos exploraron el lago. Nada. Era como si los Bennett hubieran sido borrados de la faz de la tierra.
El caso se enfrió rápidamente. No había deudas, ni antecedentes penales, ni disputas de custodia. Ninguna señal de un plan de fuga, sin retiros sospechosos de dinero, sin registros en moteles con nombres falsos.
En pocos meses, la desaparición dejó de aparecer en las noticias, y en menos de un año ya no era más que otro misterio sin resolver, enterrado en el silencio de los bosques de Idaho.
El detective Avery Cole mantuvo el expediente en su escritorio mucho tiempo después de que los demás lo hubieran archivado. No podía olvidar el cuaderno chamuscado que un guardabosques había encontrado en la chimenea de la cabaña.
La mayoría de las páginas estaban en blanco, pero tres líneas con la letra de Ellen eran legibles:
No he dormido. Él volvió a caminar. No despiertes a los niños.
En aquel entonces lo tomaron como una noche intranquila. Tal vez Robert caminando de un lado a otro. Tal vez un coyote afuera. Pero Cole jamás olvidó aquella última línea.
Pasaron los años. Cole se retiró en 2001. Luego, en 2004, una joven oficial llamada Marissa Duval, durante un inventario en la sala de pruebas, encontró una caja mal etiquetada.
Dentro: una cámara desechable Kodak proveniente de la casa de los Bennett. El rollo aún no había sido revelado.







