Algunas personas tienen un corazón tan compasivo que no pueden ignorar ninguna injusticia. A pesar de las dudas que a menudo enfrentan al enfrentar nuevos desafíos, siempre encuentran la fuerza dentro de sí mismas, sabiendo que de alguna manera superarán cualquier obstáculo.
Afortunadamente, una pequeña pollita que se encontraba en un estado lamentable se cruzó en el camino de una persona de este tipo. Esta persona se compadeció profundamente de la triste condición del ave y la acogió de inmediato. La pobre criatura estaba empapada y extremadamente hambrienta.
La mujer que encontró a la pollita se llamaba Ela. La vio en la calle, completamente mojada y apenas capaz de mover una de sus patitas. Alarmada por la escena, no dudó en llevarla de inmediato al veterinario. Tras examinar al polluelo, el veterinario informó: «Está desnutrida y ha estado mojada durante mucho tiempo». Aunque el diagnóstico no era alentador y la pequeña parecía extremadamente débil, Ela estaba decidida a salvarla. Siguiendo las indicaciones del veterinario, la colocó en una caja junto a una bombilla para proporcionarle calor.
El calor tuvo un efecto mágico en la pollita. En tan solo dos horas, comenzó a moverse y sus plumas se volvieron más esponjosas que nunca. A pesar de su inicial desconfianza hacia la caja, la pollita comenzó a recuperar la vitalidad. Ela sostuvo la lámpara para seguir calentándola y, al cabo de tres horas, la pollita incluso pudo comer un poco. Ante los ojos de Ela, la transformación de la pollita fue asombrosa.
Al día siguiente, Ela tomó la decisión de llevar a la pollita a su entorno natural, una playa habitada por una familia de gallinas. Sin embargo, la pollita no se adaptó bien a su nuevo entorno, y las otras gallinas tampoco la aceptaron completamente. Pero no importaba, porque la pollita ya tenía una nueva familia desde el momento en que fue rescatada del frío pavimento. Ela la adoptó y la llamó Erna.
Erna se convirtió en parte de la vida de Ela, quien decidió quedársela. A pesar de que habían compartido solo unos pocos días juntas, ya habían forjado un fuerte vínculo. Erna, con su canto matutino, se convirtió en una especie de «alarma natural» para Ela. A Erna le encantaba jugar al aire libre, explorar su entorno, perseguir mariposas y disfrutar de carreras ocasionales.
Erna también desarrolló un gusto por las frutas exóticas como el mango, la papaya y las bananas, además de disfrutar de vegetales como los tomates, los pepinillos y el calabacín. Erna demostraba su agradecimiento y cariño hacia Ela de muchas maneras.
Para Ela, Erna se convirtió en una fuente constante de alegría y buen humor, incluso en los momentos de preocupación o tristeza. La gallinita cambió la vida de Ela de manera significativa, llenándola de felicidad.
Esta historia nos recuerda el impacto profundo que nuestras mascotas pueden tener en nuestras vidas. Su amor y ternura enriquecen nuestros días y nos inspiran a cuidar de ellos y asegurarnos de que siempre estén felices. A través de esta historia, se nos anima a extender una mano amiga a cualquier animal en peligro, incluso en momentos de duda.