Alena, una encantadora madre soltera, se atrevió a dar un gran paso: adquirió un apartamento descuidado de tres habitaciones con una superficie de 60 metros cuadrados. La vivienda, desatendida en un antiguo edificio, se convirtió en el lienzo perfecto para hacer realidad su sueño de una casa de estilo escandinavo.
La condición inicial del lugar podría haber disuadido a muchos, pero Alena no se rindió ante las paredes desgastadas, los suelos chirriantes y la fontanería obsoleta. Con un entusiasmo inquebrantable y creatividad, se puso manos a la obra.
La renovación incluyó la reorganización del espacio, la actualización de las instalaciones, el enlucido de las paredes; estas acciones gradualmente transformaron el desorden en un lugar agradable para vivir. La cocina representó un desafío especial debido a la necesidad de aprovechar al máximo cada centímetro disponible.
Alena cuenta: «El diseño de la cocina se modificó más de una vez. Quería esto aquí, pero hay poco espacio, y allí sobresale una tubería… Pero cuando no te rindes, las acogedoras noches con té pueden volverse inolvidables».
¡El resultado del trabajo superó todas las expectativas! La cocina, con sus frentes gris-azulados, muebles elegantes y abundante luz, llena el espacio con una sensación de calma y calidez. Una pequeña pero versátil mesa es ideal para madre e hija, mientras que se ha previsto una zona de comedor en la sala para recibir a los invitados.
Por las noches, cuando se enciende la iluminación, la cocina adquiere una apariencia mágica, convirtiéndose en un lugar con una atmósfera especial de confort y calidez.
Alena inspira con su ejemplo, demostrando que incluso desde una vivienda descuidada es posible crear un rincón confortable para la familia.