Un vuelo habitual en la ruta México-París se transformó en una narrativa de supervivencia y superación gracias a la colaboración entre médicos, pilotos y padres.
Guiados por el corazón y apoyándose en protocolos y un toque de fortuna, lograron salvar la vida de un niño de cuatro años que ahora tiene una historia que contar y una nueva oportunidad de vida.
Después de dos horas en el aire, a bordo del vuelo AF0179 de Air France, las bocinas se activaron y el capitán solicitó la asistencia de un médico voluntario. A pesar de la solicitud en francés e inglés, no hubo respuesta de los pasajeros.
En el interior, las azafatas y una mujer mexicana llamada Lucía Dennise Ayala se esforzaron por aliviar el dolor del hijo de Lucía, Marco, de cuatro años. Un fuerte malestar estomacal lo hacía gritar y suplicar por medicina. Esto alertó a toda la tripulación, ya que nunca antes el niño había solicitado medicamentos.
La doctora Violeta Álvarez Perdomo, recién operada de la pierna, fue despertada por su hermana. A pesar de esperar la ayuda de otro médico, nadie se ofreció, y ella, apoyándose en su bastón, se puso a disposición de la tripulación.
En la zona de Primera Clase, con recursos limitados, intentaron hacer dormir al niño. La doctora examinó al niño con un estetoscopio y un monitor diseñado para adultos, concluyendo que tenía apendicitis.
Desde la cabina, con el apoyo de las sobrecargos, el capitán consultó sobre cambiar la ruta del vuelo. La doctora decidió desviar el avión y, con la ayuda de Lucía como traductora, justificó la decisión ante representantes del Servicio Médico Francés.
Después de pasar por Estados Unidos y Canadá, finalmente aterrizaron en este último país. Aunque algunos pasajeros perdieron sus conexiones, la comprensión prevaleció.
En Canadá, Marco fue revisado por médicos en tierra, quienes confirmaron el diagnóstico inicial. Air France agradeció a la doctora por su valiosa ayuda.
La madre, sorprendida de encontrar a un médico pediatra de La Raza en el vuelo, cerró el relato con alegría, destacando cómo los profesionales de la salud a veces actúan como verdaderos superhéroes, sacrificando su integridad para salvar vidas.