Una anciana salvó a cuatro cachorros de lobo en el bosque y los crió. Años más tarde, la manada regresó y agradeció a la mujer.
Una jubilada llamada María una vez rescató a cuatro pequeños cachorros de lobo que estaban solos, con frío y hambre.
La mujer no sabía entonces que muchos años después, los lobos recordarían a su salvadora y regresarían para agradecerle por sus cuidados.
La casa de María estaba en el borde de un bosque en la región del Trans-Baikal. Conocía bien la taiga local y a menudo recorría su territorio.
Un día, escuchó un chillido agudo, siguió el sonido y encontró una madriguera de lobos donde cuatro cachorros estaban abandonados.
María no pudo dejar que murieran. Los acogió y pronto los cachorros se acostumbraron a los humanos.
Sin embargo, cuando crecieron, María los dejó regresar al bosque, ya que los lobos reclaman la libertad.
Años más tarde, unos ladrones irrumpieron en la casa aislada de María con la intención de esconderse.
Pero sus planes se vieron frustrados cuando se escuchó un aullido de lobo justo fuera de la puerta, y pronto cuatro lobos blancos entraron a la casa por la puerta dañada.
Los criminales no tuvieron más remedio que escapar por las ventanas. Esa misma noche fueron arrestados.
Los lobos regresaron tranquilamente al bosque y desde entonces María nunca volvió a ver a los cachorros que había salvado.