Mudarse a otra ciudad motivó a una pareja a comprar su propia vivienda.
Con un presupuesto limitado, optaron por un modesto piso de una habitación de 34 m². No les agradaba el antiguo interior, así que contrataron diseñadores para crear un espacio único y confortable.
Las paredes del vestíbulo fueron niveladas y pintadas con una pintura ligera y resistente a la humedad. El suelo se cubrió con gres porcelánico imitación mármol.
En la entrada, hay paneles decorativos de madera con ganchos para la ropa, junto a una consola de pared con espejo y un puf turquesa. Entre la cocina y el salón, se instaló un amplio armario con puertas turquesas.
En la cocina, el suelo también está revestido con baldosas de porcelana.
A la entrada, se colocó una nevera y, detrás, se diseñó una zona de comedor con una mesa redonda y un acogedor sofá.
Detrás del sofá, destaca una pared de acento con un mural y paneles voluminosos.