Henry, el Golden Retriever, caminaba solo en evidente angustia.
Los oficiales de policía lo descubrieron y se sorprendieron: Henry no solo no tenía hogar y necesitaba atención inmediata, sino que también tenía un tumor que casi duplicaba su peso. Que un tumor ganara 46 libras indicaba que Henry había sido descuidado durante un período prolongado de tiempo. Los policías no podían comprender por lo que había pasado.
El tumor era tan enorme que ni siquiera podía usar el baño correctamente. Su condición era angustiosa. Los policías sabían que tenían que actuar rápido, y que había que hacerlo de inmediato. Varios veterinarios se negaron a operar a Henry porque consideraban que el riesgo era demasiado grande.
Luego, finalmente, encontraron a un veterinario que estaba dispuesto a arriesgarse con el perro que lo merecía.
Aunque la operación fue costosa, las donaciones caritativas la cubrieron. Ya no había excusa para que el dueño de un perro dejara que un tumor se hiciera tan grande.
Incluso si el tratamiento médico resultaba prohibitivamente costoso, existían programas para ayudar a las personas con dificultades financieras u otros problemas, como la falta de vivienda o la violencia doméstica. Los dueños de Henry eran simplemente crueles.