He huido en plena noche con mi hijo para escapar de mi esposo y de mi suegra

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Huyó en plena noche con su hijo para escapar de su esposo y de su suegra — lo que hicieron después cambió su vida para siempre…

Cuando Candela, de 35 años, descubrió la terrible verdad sobre su esposo Marius, tomó a su hijo en brazos y corrió descalza, con el corazón latiendo frenéticamente, hacia la casa de sus padres en medio de la noche.

No tenía ningún plan.

Solo sabía una cosa: no podía quedarse ni un segundo más en esa casa.

Sus padres se quedaron en shock cuando abrieron la puerta y la vieron llorando, con el bebé abrazado al pecho.

Pero después de contarles lo que había pasado, entendieron todo.

En el último año, Marius se había vuelto distante, obsesionado con pasar noches enteras encerrado en el sótano.

Candela pensaba que era solo estrés… hasta que una noche él olvidó cerrar la puerta con llave.

Al bajar, encontró las paredes cubiertas con dibujos y pinturas de Daciana — la exnovia de Marius y amiga de la infancia de Candela, fallecida hace cinco años.

El sótano parecía un altar erigido en honor a un fantasma.

Luego escuchó algo que la horrorizó: Marius le confesaba a su madre, Lidia, que deseaba que en lugar de Daciana hubiera muerto Candela.

Reconocía que se casó con ella solo porque se parecía a Daciana y que la única razón por la que la mantenía a su lado era por su hijo.

Con el apoyo incondicional de sus padres, Candela inició los trámites para el divorcio y la custodia del niño.

Pero Marius y Lidia no pensaban rendirse.

Una noche, entraron por la fuerza en la casa de sus padres, exigiendo que ella regresara a casa.

Marius la agarró del brazo, insistiendo que estaban «destinados a estar juntos».

Por suerte, su padre llamó de inmediato a la policía.

Marius y Lidia fueron arrestados por intento de secuestro.

Los medios cubrieron ampliamente el caso y la atención pública fue abrumadora.

Candela decidió comenzar una nueva vida: se mudó a otra ciudad, cambió su nombre y construyó un nuevo comienzo junto a su hijo.

La terapia la ayudó a recuperar su fuerza, y con el tiempo logró ofrecerles a ambos un hogar seguro y tranquilo.

Nunca olvidará por lo que pasó, pero un día, cuando su hijo le preguntó:

— Mami, ¿ahora estamos a salvo?

ella pudo finalmente responder con calma:

— Sí, mi amor.

Estamos a salvo.

Y todo estará bien.

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